Daniel de Luis
Jefe del Servicio del Clínico de Valladolid
Centro de Investigación de Endocrinología y Nutrición
El azúcar blanco, también denominado sacarosa, es un alimento de amplio consumo para endulzar multitud de bebidas y comidas.
Desde el punto de vista nutricional solo aporta calorías provenientes del hidrato de carbono, es decir 4 calorías cada gramo. Por tanto, no aporta ni proteínas, ni grasas, ni minerales ni colesterol, solo calorías. La Organización Mundial de la Salud (OMS) recomienda que no se consuma más del 10% de las calorías de la dieta en forma de azucares y esto se traduce en la cifra mágica de un máximo de 50 gramos de azúcar al día si hablamos de una dieta de 2000 calorías al día. En una dieta, por ejemplo, de 1500 calorías solo se admitirían 37 gramos al día. Además, es necesario tener claro que la OMS llama azúcar a «los azúcares libres incluyen los monosacáridos y los disacáridos añadidos a los alimentos y las bebidas por el fabricante, el cocinero o el consumidor, más los azúcares naturalmente presentes en la miel, los jarabes, los jugos de frutas y los concentrados de jugos de frutas». Es decir, no solo debemos preocuparnos por el exceso de azúcar que podamos añadir a un café o infusión sino también el que ya existe en refrescos y bollería. Es decir todo el azúcar añadido. Sin embargo, no debemos limitar el azúcar que proviene de la fruta o los lácteos frescos, entre otros, porque en este caso no se suma a la ingesta diaria de azúcar permitido. La OMS propone la reducción de su ingesta debido a la relación existente con la obesidad, al aportar más calorías un consumo excesivo de azúcar y a su relación con las caries. En resumen, el consumo de azúcar aporta calorías y no debemos limitarlo si proviene de alimentos naturales. Sin embargo sí se debe controlar cuando proviene de alimentos procesados, alcanzando un máximo de 30-50 gramos al día.