Daniel de Luis
Jefe del Servicio del Clínico de Valladolid
Centro de Investigación de Endocrinología y Nutrición
A diferencia del tallo y las hojas verdes, los pétalos de la flores tienen propiedades nutricionales interesantes, así como un sabor agradable, que cada vez encontramos más frecuentemente en platos de restaurantes.
Esta parte de las flores aportan vitaminas, sobre todo antioxidantes (A, B, C, D y E) y además tienen un alto contenido en minerales y otros antioxidantes. Una característica habitual en muchas de las flores que se pueden comer es el contenido de antioxidantes no vitamínicos, como fitonutrientes y flavonoides, dos familias de potentes antioxidantes. Estos compuestos son de interés para prevenir la aparición de enfermedades como el cáncer, infarto de miocardio, ictus y otras enfermedades neurodegenerativas y del sistema inmunológico. Además, aportan fibra, siendo este nutriente importante para tener un adecuado transito gastrointestinal. Por último, proporcionan minerales como calcio, fósforo, hierro y potasio. Probablemente uno de los pétalos más consumidos son los de rosa; en estos en concreto encontramos vitamina A y C, vitamina B2 (riboflavina) y vitamina B3 (niacina), aunque en menor medida. El incremento en el uso de los pétalos de rosa en la cocina se ha producido por su dulce aroma, que los hace interesantes para aderezar las ensaladas de frutas. De este modo, la flor del aliso produce un aroma a miel, la flor de la begoña a manzana verde o sidra, la flor de claves un suave dulzor, la flor de la dragonaria genera un aroma a tomate y pepino, la flor del negui un sabor a cebolla, la flor de la viola un aroma a violeta mezclado con miel y, por último, la mertensia marítima un sabor a ostra. Por tanto, el uso de pétalos en las comidas, aporta vitaminas, antioxidantes, minerales y fibra a nuestra dieta, más allá de un efecto visual y también aromático.