Daniel de Luis
Jefe del Servicio del Clínico de Valladolid
Centro de Investigación de Endocrinología y Nutrición
El brócoli es una hortaliza de la familia de las brasicáceas. Posee abundantes cabezas florales carnosas de color verde, dispuestas en forma de pequeños arbustos sobre ramas que nacen de un grueso tallo que es comestible. Su contenido en agua es superior al 90%, con un aporte de calorías muy bajo, inferior a 40 calorías por 100.
La distribución de macronutrientes muestra un aporte moderado de hidratos de carbono, las proteínas son inferiores a los 5 gramos por 100 y anecdótica la presencia de grasas siendo el 50% o más en forma de grasas polinsaturadas (cardiosaludables), sin colesterol. Podemos decir que el brócoli es un alimento rico en fibra. En el capítulo de las vitaminas destaca la vitamina C hasta el punto de que con una porción de 100 gramos aportaríamos a nuestra dieta el 150% de la ingesta diaria recomendada de esta vitamina. También contiene elevadas concentraciones de vitamina K (actúa en procesos de coagulación y mantenimiento de la salud ósea), vitaminas del complejo B (obtención de energía) y vitamina A (mantenimiento de la visión y las mucosas). Teniendo en cuenta esta elevada cantidad de antioxidantes en forma de vitamina C, y también E, así como su contenido elevado en isotiocianatos, podemos incluir al brócoli como un alimento rejuvenecedor para combatir los signos de la edad provocados por la oxidación natural del organismo. Por otra parte, en el brócoli también se encuentran la luteína y la zeaxantina, componentes que protegen nuestra vista. Esto significa que contribuye a disminuir el riesgo de padecer degeneración macular y otros problemas relacionados con el nervio óptico. Se trata de alimento muy completo que también presenta en su composición magnesio, hierro, zinc, cromo, cobre, potasio, fósforo y calcio.