Daniel de Luis
Jefe del Servicio del Clínico de Valladolid
Centro de Investigación de Endocrinología y Nutrición
La piña tropical proviene de Brasil, en ese país fue donde la encontraron los colonizadores españoles y portugueses, que la introdujeron posteriormente en Europa y de ahí se distribuyó por todo el mundo. Se conocen tres variedades botánicas de piña tropical: Sativus (sin semillas), Lucidus (permite una recolección más fácil porque sus hojas no poseen espinas) y Comosus (forma semillas capaces de germinar).
Desde el punto de vista nutricional, su contenido de agua es muy elevado (casi un 90%), destacan los hidratos de carbono, con 11,5 gramos por 100 gramos, con un aporte de grasa prácticamente nulo, así como el aporte de colesterol. El contenido en proteínas es prácticamente nulo (0,5 gramos por 100). Sin embargo, presenta una curiosidad, como es la bromelina, una enzima que ayuda a la digestión de las proteínas. Todo ello hace que, a pesar de su sabor dulce, su valor calórico sea más bien bajo (menos de 50 calorías por 100 gramos) y su aporte de fibra mejora el tránsito intestinal. Respecto a los minerales, destaca el potasio (250 mg por 100 g) y el yodo (30 ug por 100 g). El potasio es un mineral necesario para la transmisión y generación del impulso nervioso y para la actividad muscular. El yodo es indispensable para el buen funcionamiento de la glándula tiroidea, que controla nuestro metabolismo energético y el desarrollo cerebral en la vida fetal e infancia temprana. En el aporte de vitaminas resalta la vitamina C (20 mg por 100 g) que interviene en la formación de colágeno, huesos y dientes, y, los carotenos (78 ug por 100 g). Por tanto, la piña es una fruta con bajo aporte calórico, con un interesante cantidad de vitamina C, yodo y potasio, y que además nos ayuda a digerir las proteínas de la dieta y a absorber el hierro a nivel intestinal.