Daniel de Luis
Jefe del Servicio del Clínico de Valladolid
Centro de Investigación de Endocrinología y Nutrición
La cereza es una fruta de la familia de Rosaceae. El cerezo es un familiar directo de los vistosos ‘prunos’ que tenemos en los jardines de nuestras ciudades. Existen múltiples variedades de cerezas, siendo la más común en Europa la cerezas amargas (Prunus cerasus), la típica cereza oscura de tallos cortos, pequeñas y redondas que tienen un color entre rojo oscuro y negro.
El segundo tipo más común son las cerezas dulces (Prunus avium), estas son grandes, crujientes y doradas, con tonalidades rojizas. Como la mayor parte de las frutas su principal componente es el agua, representando un 85% de su composición, su aporte calórico es intermedio, alrededor de 260 calorías por cada 100 gramos. Esta energía proviene en mayor medida de los hidratos de carbono y azucares simples (27 gramos por 100). Apenas aporta el resto de macronutrientes, proteínas (0,8 gramos) y grasas (0,5 gramos) por cada 100 gramos de producto. Sin olvidarnos de su elevado contenido en fibra (1,5-2 gramos por 100 gramos de cerezas). El aporte de minerales es fundamentalmente de potasio 250 mg por cada 100 gramos, siendo el resto de minerales menos importantes en su composición, pudiendo destacar entre ellos fósforo, magnesio y calcio. Este perfil de minerales, la convierte en una fruta muy interesante en la dieta de los pacientes con hipertensión arterial al disminuir los niveles tensionales que producen el potasio, calcio y magnesio. Con respecto a las vitaminas, la cereza tiene muchas del grupo de las antioxidantes, A, E y C. Además, en el caso particular de la cereza su contenido en potasio junto al aporte de fibra dan a esta fruta propiedades laxantes, siendo un alimento que debe estar presente en la dieta de las personas con hábito intestinal estreñido.