Daniel de Luis
Jefe del Servicio del Clínico de Valladolid
Centro de Investigación de Endocrinología y Nutrición
La granada es originaria del sur de Asia. Sin embargo, con el paso del tiempo se ha convertido en una fruta que se puede encontrar en cualquier punto del país. En España, por ejemplo, las variedades más comunes son la Mollar de Elche, la Mollar Valenciana y la Wonderful.
Está fruta está cubierta por una piel dura, y en su interior esconde unas semillas cubiertas de una pulpa roja y carnosa muy sabrosas. Desde el punto de vista nutricional, el 90% de su composición es agua, con un aporte energético de 30 calorías por 100 gramos, con un bajo contenido en hidratos de carbono 15 gramos por 100, y en menor medida de proteínas 0,7 gramos por 100 y 0,1 gramos de grasas. Por otra parte, estos hidratos de carbono tienen un bajo índice glucémico, convirtiéndolo en ideal para los pacientes diabéticos. Su importancia nutricional viene de la mano de los micronutrientes, ya que es una de las frutas con mayor poder antioxidante (debido a su contenido en antocianinas, polifenoles y taninos), siendo tres veces superior por ejemplo al té verde. Tiene un contenido importante de vitamina C y carotenos, otros dos antioxidantes naturales. Y con respecto a los minerales destaca la presencia de potasio, calcio, magnesio, sodio, hierro, selenio y zinc. Teniendo en cuenta su alto contenido en polifenoles, esta fruta tiene unas importantes acciones propiedades antiinflamatorias y antioxidantes, que junto a la disminución de colesterol que producen la convierten en un alimento cardioprotector muy interesante. En definitiva, podemos resumir que la granada presenta importantes propiedades antioxidantes y un bajo aporte calórico, además de presentar un bajo índice glucémico, convirtiéndola en una fruta ideal en la dieta de los pacientes con patologías cardiovasculares.