Daniel de Luis
Jefe del Servicio del Clínico de Valladolid
Centro de Investigación de Endocrinología y Nutrición
Las pipas provienen del girasol (’Helianthus annuus’), una planta herbácea que pertenece a la familia Asteraceae. La pipa de girasol sin cáscara es un alimento muy calórico, aportando más de 500 calorías por 100 gramos, con un aporte moderado de hidratos de carbono (10 gramos por 100), y elevado de proteínas (20 gramos por 100), similar a carnes y pescados, aunque de bajo valor biológico.
Un aminoácido importante es el triptófano relacionado con los procesos cognitivos y el estado de ánimo. Y sobre todo añade un alto aporte de grasas, 40 gramos por 100, eso si la mitad polinsaturadas y el resto casi todas monoinsaturadas. No presenta colesterol animal, pero si colesterol de origen vegetal, llamado fitoesterol. Que, aunque bioquímicamente es como la molécula de colesterol animal, su efecto es beneficioso ya que compite en el intestino con las moléculas de colesterol animal e inhibe su absorción. También aporta una cantidad notable de fibra, así 3 gramos por 100. Una de las propiedades nutricionales más importantes de las semillas de girasol es su composición en minerales, es una fuente fundamental de magnesio (casi 400 mg por 100) y de fósforo (casi 700 mg por 100), así como de zinc (5 mg por 100). Consumiendo 100 gramos de pipas peladas, alcanzamos las recomendaciones diarias de magnesio y fósforo, y prácticamente la mitad de zinc y selenio. También es una buena fuente de hierro y potasio. El aporte de sodio es tan solo de 3 mg por 100, pero su valor se multiplica cuando las consumimos tostadas con sal Con respecto, al aporte de vitaminas destacan las del grupo B (B1, B3, B6 y B9) y antioxidantes como la vitamina E. De nuevo el consumo de 100 gramos aporta el 100% de las necesidades de vitaminas E, B1 y B9. Por tanto, el consumo de pipas nos aporta magnesio, fósforo, proteínas y vitamina E, no obstante debemos tener en cuenta su alto valor calórico.