Los ancianos son un grupo de riesgo nutricional, en parte debido a cambios que presentan con la edad, como es la disminución de las piezas dentarias, cierta atrofia de la mucosa intestinal y disminución de la movilidad intestinal. A estos cambios en parte fisiológicos se unen la toma de fármacos para enfermedades de alta prevalencia en esta edad, como la hipertensión arterial, diabetes mellitus, problemas psicológicos, que pueden incidir sobre la situación nutricional. A estos factores les tenemos que unir otros condicionantes socio-sanitarios, como son el aislamiento, la soledad e incluso problemas económicos, todos ellos inciden sobre la situación nutricional. Ante esta situación de riesgo, lo más importante es prevenir y por ello intentar mantener una alimentación equilibrada. Podemos preguntarnos, ¿Qué es una alimentación equilibrada?, la respuesta académica nos indica que es la que cubre todas las necesidades individuales de los distintos nutrientes (requerimientos nutricionales), hidratos de carbono, proteínas, grasas, minerales, vitaminas y agua al mismo tiempo que nos administra la energía que precisamos. Desde un punto de vista más divulgativo podemos resumirlo en el siguiente decálogo para nuestros mayores...
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