Daniel de Luis
Jefe del Servicio del Clínico de Valladolid
Centro de Investigación de Endocrinología y Nutrición
La avellana es el fruto del avella- no común (Corulus avellana). Etimológicamente, proviene del latín ‘nux abellana’, «fruto seco de Avella», municipio italiano de la Campania. Las avellanas, junto a las al- mendras, son los frutos secos más ricos en ácidos grasos cardiosaludables como son las grasas monoinsaturadas.
El ácido oleico (ácido omega 9) constituye alre- dedor del 70%-75% de los ácidos grasos presentes en las avellanas, siendo la gra- sa más importante del aceite de oliva. Teniendo en cuenta este aporte de grasa, su contenido energético es elevado, aproximadamente unas 500 calorías por 100 gramos, con un aporte de proteínas de 14 gramos por 100, alrededor de 5 gra- mos menos de proteínas por peso que carnes y pescados. Aunque estas proteí- nas son de bajo valor biológico a diferen- cia de las proteínas de origen animal. El aporte de hidratos de carbono es muy bajo (5 gramos por 100) y el de coleste- rol, prácticamente inexistente. Otra de las bondades nutricionales de las avella- nas, además de su perfil de ácidos grasos cardiosaludables y su nulo contenido de colesterol, es el elevado aporte de fibra (alrededor de 10 gramos por 100). Con respecto al aporte de minerales, es inte- resante el contenido en fósforo, potasio, calcio y magnesio, convirtiendo a la ave- llana en un alimento ideal para los pa- cientes con osteoporosis, al mejorar la salud ósea. Con respecto al aporte de vi- taminas, destaca el contenido de las hi- drosolubles entre ellas el ácido fólico, por tanto, es un alimento interesante para la mujer que desea quedarse emba- razada o que ya lo está. Otra de las vita- minas, en este caso liposoluble, con alto aporte en este fruto seco es la vitamina E (21 mg por 100 gramos), que tiene una importante acción antioxidante.