Daniel de Luis
Jefe del Servicio del Clínico de Valladolid
Centro de Investigación de Endocrinología y Nutrición
Cuando pensamos en infusiones nos vienen a la cabeza múltiples aromas, sabores y colores. No obstante, la infusión más consumida en el mundo es el té.
Existen múltiples variedades de té, una de las más consumidas es el té verde se obtiene tras un proceso de mínima oxidación de las hojas de la planta del mismo nombre y contiene una gran cantidad de catequinas e isoflavonas, que tienen una gran acción antioxidante, con beneficios para nuestro aparato cardiovascular, sistema nervioso y actividad preventiva ante ciertos tumores. El té negro se produce tras un proceso oxidativo más prolongado que otros tipos, como el blanco o el verde.
Por eso tiene un sabor más pronunciado y un color oscuro. Además de compartir las propiedades del té verde, al presentar gran cantidad de metilxantinas es una bebida estimulante del sistema nervioso. El té blanco es una variedad que se elabora con los brotes más jóvenes de la planta. Tiene una mayor concentración de polifenoles que otras variedades de té, con un efecto beneficioso sobre los niveles de colesterol. En la actualidad está de moda el té rojo, una variedad que se somete a un largo proceso de posfermentado; su maduración se realiza en bodegas y puede durar varios años.
Otras variedades de infusiones consumidas son la menta poleo, la valeriana, manzanilla, cola de caballo, tila, salvia, etcétera. La menta poleo, además de sus efectos sobre el tubo digestivo, tiene otros tópicos reduciendo la picadura de los insectos y el picor de los eccemas. La manzanilla es útil para tratar los trastornos digestivos como diarrea, dolor abdominal y cólico. La tila y la valeriana tienen propiedades sedantes y la cola de caballo diurético.
Por último, la salvia tiene una acción antiinflamatoria sobre todo en el aparato respiratorio. Además, al prepararse en agua, son una magnífica forma de hidratarse.