Daniel de Luis
Jefe del Servicio del Clínico de Valladolid
Centro de Investigación de Endocrinología y Nutrición
Las algas se han introducido en nuestra dieta fundamentalmente a través de la cocina asiática. No obstante, estamos ante el vegetal probablemente más antiguo de plantea, ya que aparecieron sobre la Tierra hace tres mil millones de años.
Se pueden clasificar a partir de su color, verde, azul, rojizas o pardo, dependiendo a que profundidad crezcan y se encuentren sumergidas. En nuestros mercados suelen aparecer como desecadas, por ejemplo, wakame, kombu, kelp o espagueti de mar, entre otras. Desde un punto de vista nutricional, las algas son alimentos bajos en calorías, presentan una alta concentración de proteínas, fibra dietética, minerales y vitaminas. El contenido en proteínas por producto seco se sitúa entorno a los 10 gramos, la mitad que aporta la mayor parte de carnes y pescados. Tienen muy bajo contenido en grasas (1,5%), pero además estas grasas son esenciales (omega 3), destacando el ácido eicosapentaenoico y docosahexahenoico. La fibra es uno de sus nutrientes mas abundantes, pudiendo representar mas del 30% de su peso. Destacan la presencia de vitaminas A, B1, B12, C, D y E, riboflavina, niacina, ácido pantoténico y ácido fólico. Los minerales son también abundantes, hasta poder sobrepasar el 30% de su peso; incluyen sodio, calcio, potasio, cloro, sulfuro y fósforo. En cuanto a los oligoelementos, destacan hierro, zinc cobre, selenio, molibdeno, flúor, manganeso, boro, níquel y cobalto. Pero por encima de todos está el yodo, que sobrepasa con un gramo de alga seca las necesidades diarias de 150 microgramos de yodo que necesita nuestro organismo para mantener una adecuada función tiroidea. En resumen, las algas son unos alimentos con bajo aporte en calorías, y presentan un alto contenido en proteínas, fibra dietética y yodo.