Daniel de Luis
Jefe del Servicio del Clínico de Valladolid
Centro de Investigación de Endocrinología y Nutrición
El apio pertenece a la familia de las Umbelíferas, vulgarmente conocidas como Apiáceas. Los vegetales de esta familia son plantas de las estaciones frías y se caracterizan por su elevado contenido en sustancias aromáticas.
El apio, que era ya muy utilizado en la antigüedad por egipcios y romanos, se considerada inicialmente una simple planta aromática, sin aprovechamiento culinario, hasta que Hipócrates dio a conocer sus propiedades diuréticas. Cabe destacar que esta hortaliza no es una fuente importante de energía, tan solo 10 calorías por 100 gramos, con un aporte de hidratos de carbono inferior a los 3 gramos, y prácticamente nulo de grasas y proteínas. La composición fundamental del apio es el agua con más de un 95%. Sin embargo, sí que es muy importante el aporte de fibra, situándose en torno a 1,8 gramos por 100. Por otro lado, si tenemos en cuenta las vitaminas, su principal característica es la presencia de una gran variedad, desde la vitamina A, vitamina E, folatos, vitamina C, y todas las vitaminas del grupo B. No obstante, las cantidades de todas ellas son mucho menores que en el resto de hortalizas que hemos revisado en esta sección. También merece tener en cuenta el aporte de minerales del apio, aunque en este caso es modesto siendo el más abundante el potasio, superior a los 300 mg por 100. Sin embargo, el verdadero interés nutricional del apio, está en su aceite esencial que contiene, entre otros compuestos, apiol, limoneno, psoralenos o apiina, este último es el responsable del olor característico de este vegetal. Por lo tanto podríamos resumir que el apio es una hortaliza con muy bajo aporte calórico, y con la presencia de unos compuestos volátiles que le proporcionan su olor característico.