Daniel de Luis
Jefe del Servicio del Clínico de Valladolid
Centro de Investigación de Endocrinología y Nutrición
La castaña (Castanea Sativa) es un fruto seco de la familia de las Fagáceas. A pesar de pertenecer al grupo de los frutos secos, la castaña es el que presenta menos aporte de calorías (160 kcal/100gramos), debido al bajo aporte de grasas de un 3%, comparado con el promedio del resto de miembros del grupo como la avellana, almendra, entre otros (500 kcal por 100 gramos y un 50% de grasas).
En la castaña, el 50% de su contenido es agua, también contienen hidratos de carbono y fibra. Dentro de los micronutrientes que contienen destacan entre otros las vitaminas (ácido fólico, vitamina E y vitamina B3) y minerales como por ejemplo magnesio, hierro, potasio, calcio y fósforo. Su alto contenido en ácido fólico y otros antioxidantes convierten la castaña en un alimento cardiosaludable. En las mujeres, en la época pregestacional o durante la gestación, es un alimento muy recomendable al favorecer el ácido fólico el adecuado desarrollo neurológico del feto. El alto contenido en fibra, 5-6g por cada 100 gramos puede presentar ventajas para el buen funcionamiento de nuestro intestino. La única precaución que debemos tener es no consumir las castañas crudas tras su recolección por el alto contenido en taninos que presentan, por lo que es mejor esperar de una a dos semanas para que disminuya la presencia de estos y también del contenido en almidón transformándose en azúcares de más fácil digestión. Como segunda advertencia debemos tener precaución, si las consumimos en forma de castaña marrón glacé, su carga calórica y de grasas aumenta, al estar bañadas en azúcar glaseado. Por tanto, estamos ante un fruto seco ‘light’ o ligero con abundantes nutrientes cardiosaludables.