Daniel de Luis
Jefe del Servicio del Clínico de Valladolid
Centro de Investigación de Endocrinología y Nutrición
La sardina es uno de los pescados que en estos últimos años ha recibido mucha atención por su aporte de ácidos omega 3. Estamos ante un pescado graso con 7,5 gramos por cada cien y, por tanto, con un interesante aporte calórico.
Otra de sus características nutricionales es la presencia de proteínas, son 18 gramos por cada cien, además de vitaminas y minerales. Hay que tener en cuenta que casi el 50% son grasas polinsaturadas que tienen claros beneficios cardiológicos. Estos ácidos grasos característicos de la grasa de la sardina poseen efectos antitrombóticos y antiinflamatorios, siendo estos dos argumentos los que producen una mejoría en el riesgo cardiovascular. Por otra parte, el elevado consumo de ácidos grasos omega 3, se relaciona con un efecto beneficioso sobre enfermedades inflamatorias como la artritis reumatoide y patología oncológica. Una ración de 200 gramos de sardinas al día permite alcanzar el total de las necesidades diarias de estos ácidos grasos. En cuanto a las vitaminas, la D es importante para nuestro metabolismo óseo y las A y E son potentes antioxidantes. Del grupo B de vitaminas hidrosolubles, destacan las importantes funciones en el aprovechamiento de los nutrientes energéticos. Con respecto a los minerales, destaca el fósforo. La ingesta de 200 gramos de sardinas nos aporta el 100 % de las recomendaciones diarias de este mineral tan importante para la formación de nuestro hueso. Son importantes también la presencia de selenio, yodo, hierro y magnesio. También es reseñable el aporte de calcio ya que este pescado suele consumirse con espinas. En resumen, la sardina es un buen alimento para aportar grasas cardiosaludables, proteínas de alto valor biológico, fosforo, calcio y vitaminas liposolubles.