Daniel de Luis
Jefe del Servicio del Clínico de Valladolid
Centro de Investigación de Endocrinología y Nutrición
La fresa procede de América, siendo introducida por colonos estadounidenses desde Virginia en Europa durante el siglo XIX. La fresa y los fresones (Fragaria xananassa) pertenecen a la familia de las Rosáceas y a su vez al género de las Fragarias.
Posiblemente, debido a su color rojo brillante y a su aroma, se convierte en una de las frutas más sabrosas y apetitosas que nos podemos encontrar en nuestra mesa. Además, presenta una serie de propiedades nutricionales interesantes. La fresa, debido a su alto contenido en agua, aporta muy pocas calorías (35 calorías por 100 gramos), aportando siete gramos de hidratos de carbono y siete gramos de azucares (glucosa, fructosa o xilitol), siendo los hidratos de carbono su principal nutriente. El aporte de proteínas es de 0,7 gramos por cada 100 gramos y el de grasas de tan solo 0,5 gramos por cada 100 gramos. Con respecto a los minerales, el que predomina es el potasio, aportando en menor cantidad calcio, magnesio y fósforo.
Dentro de las vitaminas, la de mayor presencia es la vitamina C (60 miligramos por 100 gramos), representando la toma de 100 gramos de fresas o fresones, el aporte del 100% de las necesidades diarias de vitamina C, que tiene cualquier adulto. Otros nutrientes de interés son los ácidos orgánicos (el ácido cítrico, el oxálico y el málico).
Por lo tanto, las fresas son un alimento interesante en nuestra dieta para ayudarnos a perder peso; y en las dietas de pacientes con la tensión arterial alta, así como en cualquier dieta saludable en la que se quiera alcanzar una cantidad adecuada de antioxidantes, en este caso vitamina C.