Daniel de Luis
Jefe del Servicio del Clínico de Valladolid
Centro de Investigación de Endocrinología y Nutrición
El aceite de oliva es uno de los alimentos indispensables en nuestra dieta y uno de los grandes secretos de la Dieta Mediterránea. Sus propiedades derivan de su alto contenido en un ácido graso monoinsaturado con muy buenas propiedades cardiosaludables, denominado ácido oleico, que como término medio es el 75% de las grasas del aceite de oliva.
Este ácido graso produce en sangre una disminución del colesterol malo (LDL) y aumento del colesterol bueno (HDL), es decir protege nuestras arterias. Además, el aceite de oliva tiene otros nutrientes que también poseen efectos beneficiosos, como son la vitamina E y los polifenoles. La vitamina E tiene una potente acción antioxidante; eso hace que, además de disminuir el ácido oleico el colesterol malo en la sangre, el colesterol existente tienen menor poder dañino en nuestras arterias (arterioesclerosis) ya que la vitamina E las protege. Los polifenoles son una familia de moléculas con múltiples acciones como, por ejemplo, prevenir el envejecimiento celular y también la formación de sustancias cancerosas. No obstante, el aceite de oliva es un alimento graso que, por tanto, posee un alto valor calórico, aportando casi 900 calorías por 100 mililitros. Debe estar por tanto presente en nuestra dieta, pero no debemos olvidar el aporte calórico que supone. En esta última década, los trabajos publicados a raíz del estudio PREDIMED (Efectos de la dieta
mediterránea en la prevención primaria de la enfermedad cardiovascular) han demostrado que el consumo regular de aceite de oliva disminuye los eventos cardiovasculares, fracturas secundarias a osteoporosis y el desarrollo de algunos tumores, como el cáncer de mama.